El material más utilizado fue el paño, así como la seda solo al alcance de las clases elevadas. También surgieron nuevos tipos de abrigos, como el chesterfield, un abrigo hasta las rodillas, rematado con un galón y puños y cuello de seda. Los primeros solían ser de piel, seda o terciopelo, con suela de piel o corcho. También se puso de moda el redingote (de riding coat, «chaqueta de montar»), un vestido-abrigo que se llevaba para actividades al aire libre, como montar a caballo.